
Está cada vez más claro por qué los accidentes de tráfico y las muertes continúan en alza y también está claro por qué ninguna campaña dirigida por el Director General de Tráfico tiene mucho efecto.
Frente a los estudios y a las estadísticas de los profesionales y la constante publicidad que se da al tema, el español sigue con sus propias ideas sobre cómo actuar con su automóvil y, cuando hay un conflicto entre sus ideas y lo que dicen los profesionales, pierden los profesionales.
La campaña del cinturón es un ejemplo de estos. No importa cuántas pruebas se presentan sobre que llevar el cinturón salva vidas y reduce las heridas, el español en general no está convencido y, por norma, hace lo que quiere.
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