
En los últimos tiempos, estamos viviendo un nuevo posicionamiento de la gestión de personas en las organizaciones. Este nuevo posicionamiento, se debe principalmente a que los directivos son cada vez más conscientes de la aportación de valor de las personas y se plantean la necesidad de profesionalizar la gestión de las mismas.
Una vez definida una estrategia, tenemos que planificar los aspectos operativos para conseguir los objetivos propuestos (tecnología, procesos eficientes, personas adecuadas).
El problema, es que en el área de gestión de personas no estamos acostumbrados a cuantificar el impacto negativo y las consecuencias de situaciones como (alta rotación, mala selección, promociones erróneas, desmotivación, poca eficiencia comercial, insatisfacción del cliente).
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