La Cumbre de Primavera de la Unión Europea, que terminó ayer en Bruselas, aprobó unas conclusiones en las que se empezaron a rebajar las expectativas de reducción de las emisiones de CO2 a la atmósfera. La razón es que empiezan a aparecer serias dudas sobre el daño que sufriría la competitividad de algunos sectores empresariales europeos si tienen que hacer frente al pago de los derechos de emisión de CO2, hasta ahora gratuitos.
Además, ya en materia macroeconómica, los Veintisiete reconocieron sentirse alarmados por la excesiva volatilidad y las fluctuaciones desordenadas de los tipos de cambio, «nada deseables para el crecimiento económico».
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