
Se acabó la era de los alimentos baratos. Desde hace días, el arroz es noticia en todo el mundo. Y, posiblemente, lo seguirá siendo no solo durante las próximas semanas. La tendencia mundial ha tocado techo: los stocks solo hacen que disminuir, especialmente desde 2001, lo que, sumado a un incremento constante de la población, el resultado que se obtiene en algunas zonas del mundo es el hambre.
En muchos países emergentes, la población más desfavorecida dedica cerca de tres cuartas partes de sus ingresos a la alimentación. Inevitablemente, la subida de los precios amenaza con crear malestar, en el mejor de los casos, y con la inanición masiva, en la peor de las hipótesis. Ante la amenaza de problemas con el suministro de arroz en países en los que constituye parte fundamental de su dieta, los gobiernos correspondientes han reaccionado cerrando las exportaciones a terceros. Vietnam, el segundo mayor exportador mundial, prevé una reducción de un millón de toneladas por la paralización de las ventas hasta junio. En India, que ocupa el tercer lugar, se disminuirá en más del 30%, y les sigue Camboya, Egipto y China, entre otros. “La subida de precios de los productos básicos alimentarios es suficientemente grave como para tener repercusiones a nivel mundial y a largo plazo”, alerta Gerard Costa, profesor titular de la escuela de negocios ESADE, quien afirma que no estamos ante una crisis alimentaria mundial, sino en un nuevo nivel de precios.
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